San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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  .: ACTIVIDAD CULTURAL

 
Interesante conferencia sobre árboles históricos
   
Iniciando el ciclo "Patrimonio" en la Quinta Los Ombúes [Adrián Beccar Varela 774, San Isidro], en la noche del 12 de Septiembre el Dr. Oscar Andrés De Masi, ofreció una conferencia titulada "Árboles Históricos Nacionales", con el apoyo de la Escuela Nacional de Museología y la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.

Ante una sala atenta e interesada en los temas patrimoniales e históricos -dentro de la cual se hallaba la directora del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal "Dr. Horacio Beccar Varela", arquitecta Marcela Fugardo, y la guía que encabeza la visitas al jardín de la histórica casa, María Estela Ghelfi- el Dr. De Masi aclaró que la intención era abordar el tema desde una perspectiva histórica y no botánica, e inició la conferencia citando la película de Marco Ferreri "La grande bouffe" (en castellano titulada "La gran comilona") protagonizada por Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Michel Piccoli y Philippe Noiret, quienes se reúnen en la villa señorial para realizar un suicidio gastronómico colectivo, que consiste en comer sin parar diversas especialidades.

El grotesco y bestial argumento es, definido por De Masi, "todo es una metáfora del exceso animal, salvo por un solo momento de sosiego vegetal. Cuando uno de los personajes muere abajo de un árbol." Y no es un árbol cualquiera, es el tilo de Boileau, el poeta a cuya sombra escribía en el siglo XVII, un árbol histórico, e identificado como tal.

"El tema de los árboles históricos nos conduce a un patrimonio complejo donde confluye lo natural y lo cultural, porque el vector de la historia es la cultura, la obra del hombre. Como pocos bienes patrimoniales los árboles históricos logran amigar ambos bienes, el natural y el cultural, aunque durante muchos años parecían irreconciliables. El árbol está presente como un elemento fundante, simbólico, de altísima significación en tantas tradiciones religiosas y literarias de oriente y occidente."

Desde el árbol junto al cual Eva invita a Adán a comer, empujada por la serpiente, del árbol prohibido, hasta el árbol de la cruz desde donde Dios nos acerca la salvación eterna, De Masi, citó también a Sakhiamuni, quien se sentó debajo de un árbol durante semanas y  finalmente alcanzó la iluminación espiritual y se convirtió en Buda (el iluminado) y originó el budismo. No quedó afuera ni la mención del roble de los druidas, donde los sacerdotes de los galos realizaban cruentos  sacrificios, ni El Señor de los Anillos, de Tolkien, cuando el personaje Frodo es salvado gracias a la potencia vegetal de los árboles.

"El aprecio al árbol en Buenos Aires tiene, a mi juicio -dijo el conferenciante-, cuatro fases: Estética, económica-científica, paisajística y urbana, y una fase histórica y patrimonial."

En la primera fase la virtud del árbol es ensalzada, cantada, y recordó "El Ombú" de Bartolomé Mitre, "El Ombú" del Capitán Domínguez ("Cada comarca en la tierra tiene un rasgo prominente: El Brasil su sol ardiente, minas de plata el Perú; Montevideo su cerro; Buenos Aires, ¡patria hermosa!, tiene la pampa grandiosa; la pampa tiene el ombú."), entre otros, demostrando la fuerte presencia del árbol en la literatura. Del mismo modo el árbol también está en la pintura reflejando al hombre de campo en su cotidianeidad, con los méritos artísticos de hombres de la talla de Prilidiano Pueyrredon.

La otra fase es la económico-científica, cuando se considera al árbol al servicio de la producción, como reparo del ganado, como proveedor de leña, etc. "De ahí la consigna de Sarmiento: 'Planten árboles' y el decreto de Urquiza del año 1854 que manda que todos los propietarios de estancias del país con más de 100 cabezas de ganado deban plantar 30 árboles útiles por año". Esto lleva a emprendimientos científicos destinados a la construcción de una ciencia agropecuaria y forestal.

En 1868 se instala el Instituto de Agronomía y Veterinaria Santa Catalina, en Lomas de Zamora, el primero del país, en lo que había sido la colonia escocesa y que aún funciona bajo la órbita de la Universidad de La Plata.

En 1910 el Dr. Juan Domínguez publica Datos para la Materia Médica Argentina, un corpus de botánica y de la ciencia forestal, que compila el estado completo del herbolario medicinal indígena argentino. En 1928 lo reedita con prólogo de Ricardo Rojas y Bernardo Houssay.

En 1911, como publica la última edición de la revista del Instituto Histórico Municipal, se crea el importante Instituto Darwinion que en los años '30 se ubica en el Parque Aguirre, como un intento de contener los herbarios argentinos (llegó a tener 650.000 especimenes).

La tercera fase es la del árbol como elemento del paisaje, cuando a finales del siglo XIX y comienzos del XX comienza a verse la importancia de los parques y plazas para el disfrute de las personas. Es aquí que aparece la figura de Carlos Thays, quien permite cristalizar el anhelo de construir la flora nacional y utilizarlos en favor del ocio público. "No descansaré hasta ver reunidos en los parques y paseos toda la inmensa y hermosa flora argentina", citó textual De Masi las palabras de Thays, el fundador del Jardín Botánico de Buenos Aires.

El heredero de Thays fue Benito Carrasco, quien insinúa el tema de la monumentalización de la naturaleza. En 1910 en el Congreso Científico del Centenario plantea Carrasco la necesidad de crear parques nacionales, que recién se concretaría en 1938. En 1912 Carrasco reitera su propuesta en un artículo muy comentado en el diario La Nación.

Otra figura importante en esta temática fue Orlando Williams, el intendente de San Isidro, responsable de la plantación de tipas en la Av. del Libertador y presidente de la Sociedad Forestal Argentina, quien apoyó a Enrique Udaondo en la publicación de Los Árboles Históricos de la República Argentina.

"Williams propone la ley de creación en 1904 de los viveros provinciales, para que en cada extremo de la provincia se pudiera proveer semillas y retoños. Es la Sociedad Forestal la que se ocupa de poner sistemáticamente placas identificatorias de árboles históricos". "El patrimonio exige interpretación y es fundamental darlo a conocer", sentenció De Masi.

Por su parte Udaondo pone la mirada en los episodios donde aparece un árbol. Es así que por él sabemos que el primer acto de señalamiento de un árbol estuvo a cargo de Facundo Quiroga en el tala donde fueron depositados los restos del coronel Pringles. Y curiosamente, el primer hombre que le da entidad a una especie vegetal uniéndola a su historia, es Domingo Sarmiento con la famosa higuera de la casa de su madre.

Es en tiempos en que Enrique Udando reúne los datos necesarios para la publicación de su libro que en Francia se dicta una ley sobre árboles históricos, y "seguramente conocía la historia del roble de Guernica, del árbol bajo cuya sombra lloró Hernán Cortés, pero su tarea es original, nadie había abordado el tema en nuestro país". Y hasta llega a confeccionar el primer inventario del patrimonio forestal argentino perdido, incluyendo el  algarrobo a cuya sombra sesionaban los cabildantes de Buenos Aires, el árbol de Santa Fe que dio origen a aquella ciudad, el ciprés que plantó en 1605 fray Luis de Bolaños en el convento de San Francisco, el pino de Santa Lucía en la calle de Cuyo (hoy Sarmiento), el espinillo donde soñó el capitán Domingo de Acassuso, el tala de Liniers a cuyo pie comenzó el desembarco reconquistador en 1806, el paseo de la alameda mandado a plantar por el virrey Vertiz, el parque Ameghino, los nogales de San Antonio de Areco a cuya sombra habría acampado San Martín en su camino a San Lorenzo, etc.

"Nadie fue tan lejos como Enrique Udaondo uniendo el patrimonio natural y cultural", aseveró el Dr. De Masi.

Finalmente, la cuarta fase refiere al aspecto histórico patrimonial. Aquí De Masi rescata el valor del concepto de Ricardo Levene al decir que debe declarse al árbol "no sólo histórico, sino histórico patrimonial" y lo llevó a una categoría patrimonial monumental que no existía hasta ese momento.

"Para (Ricardo) Levene el árbol convocaba a un ritual patriótico, era un motivo de reunión para las fiestas patrias, se llegó a definir como de reliquias a los retoños".

Como cierre de la conferencia, el Dr. Oscar De Masi, leyó un párrafo de Günther Rodolfo Kusch, un filósofo y antropólogo fallecido en 1979, referido al tema de la conferencia "El paisaje se agiganta en el largo trayecto que va de la palabra a su realidad, la distancia convencional de su objetividad, del simple estar presente de un árbol, de la llanura, del río, se supera. Y detrás de su grafismo iluminado por muchos rasgos y colores cierta misteriosa hondura roza el extremo común a nuestra propia existencia. La realidad siempre pretenciosa y definidora de la palabra y de la forma, queda apenas como un balbuceo en manos del paisaje que, como es honesto siempre, nunca enuncia y lleva sus formas, como el árbol, a la deriva".


Las imágenes

Luego de su detallada y atractiva exposición De Masi ofreció al público presente una serie de fotografías referidas a su alocución.

Fue así que se sucedieron la tapa del libro "Los Árboles Históricos de la República Argentina", de Enrique Udaondo y con prólogo de Orlando Williams, de 1916; el tala que sirvió para la ejecución del gobernador Domingo Cullen, en San Nicolás de los Arroyos; la alameda del Gral. San Martín en Mendoza (que actualmente ocupan otros álamos); la casa en el delta de Domingo Sarmiento, el introductor del mimbre, elemento de gran valor para los productores de la zona; la magnolia que plantó Nicolás Avellaneda en el Parque 3 de Febrero en Buenos Aires; una misa de campaña a la sombra del manzano de San Martín en 1939; la casa de Sarmiento en San Juan con la histórica higuera de doña Paula; la casa de Orlando Williams, que no está declarada patrimonio histórico y se encuentra en riesgo actualmente de ser reemplazada por un emprendimiento inmobiliario y la estatua de Williams (obra del artista Carlos de la Cárcova) instalada en el Parque Aguirre, entre otras imágenes.


La casa del intendente plantador

Ubicada en Alvear y el río y formando parte del paisaje de la barranca desde hace más de 100 años, con un parque diseñado por Carlos Thays, la casa de quien fuera intendente de San Isidro y presidente de la Sociedad Forestal Argentina, Orlando Williams, corre riesgo de desaparecer.

Se trata de un mansión de estilo inglés con ladrillos a la vista construida por Bertie Hawkins Collcutt, uno de los 20 arquitectos que marcaron el estilo Buenos Aires y que perteneció al intendente conocido como "el intendente Plantador", responsable de la plantación de tipas a lo largo de la avenida Del Libertador.

Según se cuenta la vivienda fue vendida y se teme que avance un proyecto inmobiliario que podría incluir su demolición y también la de la arboleda de su parque interior.

 
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